domingo, 22 de febrero de 2009

Los chavalos


Una de las grandes sorpresas que me estoy encontrando en Nicaragua es la infancia. La madurez de los niños y niñas me deja descolocado, con una sensación extraña y contradictoria. ¿Es positivo o negativo que los niños sean tan conscientes de las dificultades, privaciones y culpables de la situación de pobreza que viven? ¿No debería ser la infancia una época donde vivir sin pensar en el mañana?

Y es que esta conciencia política no es nada nuevo en Nicaragua.

Luis Alfonso Velásques era un niño de 9 años que, al darse cuenta de las injusticias que se cometían en la dictadura de Somoza, comenzó a luchar junto a otros niños tomando escuelas e iglesias y siendo un líder que al grito de “¡Patria libre o morir!” arengaba a otros niños para la lucha.

En aquella época en Nicaragua ser joven suponía un condena a muerte y, el ser un “chavalo” parece que también, por ello la Guardia Nacional -el ejército personal y represor del dictador- liquidó al niño líder de dos disparos al salir de una reunión clandestina, posteriormente le arrollaron su pequeño cuerpo con un jeep. Luis Alfonso se convirtió en el niño martir de la revolución.

En Totogalpa los jóvenes voluntarios teníamos un encuentro con alcaldes de la zona para tratar los problemas del departamento de Madriz. Mientras los esperábamos salí a tomar el fresco y me senté en un banco donde estaba un niño con una pesada mochila. Comencé a charlar con él, preguntándole de donde era y si iba o no a la escuela. Me contestó que vivía muy lejos, a tres horas del colegio.De manera cómplice le dije que yo venía de mucho más lejos: Nada más y nada menos que de España.

-Pero hay una diferencia entre los dos – me replicó – tú vienes desde España en avión pero yo las tres horas hasta la escuela las tengo que hacer andando.

Los niños sólo deberían tener la obligación de ser felices y nosotros los adultos, como dijo William Carter, debemos tener todas las exigencias para dejarles dos legados: uno, raíces; y el otro, alas.



lunes, 16 de febrero de 2009

de mayor quiero ser...


Estabamos escuchando una conferencia de Edén Pastora en la puerta de la Asamblea Nacional, en plena calle, mientras tanto, unos chavalos intentaban conseguir de nosotros algún que otro dólar a la vez que seguían el discurso.

Uno de nosotros le pregúntó al político: “¿Qué se puede hacer para que estos niños algún día sean los dirigentes del país?” Edén giró sobre sus talones, balanceó las manos sobre su barriga y señaló al muchacho:

- ¿Oye chavalo, tú sabes leer y escribir?

- Sí, señor. Le contestó con una sonrisa, entre tímida y nerviosa, al sentirse el centro de atención.

Esto es lo que se debe hacer, enseñarles a leer”, sentenció el gobernante.

Al finalizar la charla, nos dirijimos al chavalo diciéndole que seguro que sería un gran líder si estudiaba mucho. De pronto, el niño de apenas siete años, cambió de expresión, se encolerizó y estirándose la camiseta de pura rabia nos gritó que él no quería ser político nunca y que lo que él quería ser de mayor era policía para atrapar a los ladrones.

En el autobús, mientras observaba a los niños pedir limosna a los conductores en los semáforos de Managua, me preguntaba si algún político se habría preguntado alguna vez por qué los niños pobres nunca quieren ser de mayor dirigentes para cambiarlo todo.

domingo, 15 de febrero de 2009

Yo sí puedo



“Yo, sí puedo” se leía en mi camiseta mientras descendía por un barranco lleno de basura en la comunidad “Palo de Leche” en Ticuantepe. Más de cuatrocientas personas, entre chabolas de plástico y madera, encontraban una manera de no sentir vergüenza al firmar cualquier documento.

Una de las maestras de este programa de alfabetización les avisaba que en los próximos trámites burocráticos no habría tinta para marcar su huella dactilar en los documentos que deberían firmar.

Y esto preocupaba entre la gente, mientras se arremolinaban alrededor de la radio, escuchando al locutor Bienvenido dar explicaciones sobre las vocales que deben rellenar en una cartilla que hace tiempo se escribió en Cuba, siendo conscientes de la necesidad de saber escribir para no depender de nadie.

Y hay una fecha, el 19 de Julio de 2009, día en que hay que declarar a Nicaragua un país libre de iletrados, para ello los voluntarios trabajan a destajo, escribiendo uves y zetas, unos y doses, acabando con la oscuridad entre los más pobres entre los pobres.

Y una anciana me sonrie desde su insólito pupitre, vestida de domingo y nerviosa ante cada latigazo del flash de las cámaras, agradeciendo a sus nietas que le ayuden en sus deberes escolares.

Y José Martí desde la contraportada de la cartilla de alfabetización recuerda a quienes no saben aún leerlo que “ser culto supone ser libre”. Y en Nicaragua, cada día, gracias al voluntarismo de sus jóvenes, existen más pobres que dejan de ser esclavos de la ignorancia, más chavalos que saben leer los letreros de las calles, más gente que encuentra una hora al dia para aprender a leer y escribir, para ser neolectores y, quién sabe, quizá ser un día neopoetas que puedan descubrirnos nuevos matices en la palabra belleza.



viernes, 13 de febrero de 2009

Volando sobre el Océano Atlántico


A diez mil metros sobre el mar, recogiendo los sueños que la luna escribe sobre las nubes, pensando en que cada paso, cada palabra, cada acto puede significar cambiar el universo de una persona.

Rescatando un verso de los libros de su boca, afilando las llamaradas de la punta de sus dedos, los generales del ocaso buscan su lugar en esta historia pero bien saben que hoy, que hoy no...


Porque hoy busco la luz en las fuentes del Nilo, hoy que cada abrazo no es una despedida, que la voz no se rompe en las fronteras del miedo... hoy todo es posible, me reafirmo en que aún hay gente por la que creer en algo más que en uno mismo, creer que tú y yo podemos buscar un paraíso deshabitado donde poder encender la revolución del amor, la solidaridad, la belleza....


Y una frase por traducir me mira desde las laderas de mi cuaderno de bitácora, el avión sufre una turbulencia, la voz de una mujer siempre sirve de faro, de estrella polar en la inmensidad del mar...

Ya se ve la tierra desde la ventanilla... la luz se cruza entre la pantalla y mis ojos buscando cegarme para que no vea todo lo que aún puedo hacer, todo aquello que está por descubrir, los cuerpos que recorrer y las ideas que atrapar.


Y feliz, estoy feliz... un viaje a Nicaragua, unos proyectos que emprender, sueños que atrapar en el cazasueños de la realidad.

Y feliz, estoy feliz... de cumplir objetivos, de reconocerme en los espejos, de encontrar lo que soy y lo que quiero ser, de compartir con amigos mis triunfos y llorar con ellos mis fracasos.

Y puedo gritar a las treinta y dos direcciones la Rosa de los Vientos que podemos cambiar la realidad a nuestro antojo, que mis dedos quieren servirte de brújula y que los pétalos de tu pecho podrán revolotear en el cielo de mi boca...


Y que tiemble el miedo porque, por fin, ha saltado de su trinchera mi rebelde corazón.


domingo, 8 de febrero de 2009

Mujer de Dehesa (a Extremadura)

"Contemplad las estrellas como oro olvidado.

Y sentid los colores de esta tierra de luna."

Pablo Guerrero


Savia de encina encinta

mujer de dehesa.

Siglos de olvido

tras caminos de plata

higos y cerezas

honrada fragancia.


Semillas de amor en siesta

recoges en tu espalda

de verano vencida.

Sangre de toro

altar de nube

cumbre de tus ojos.


Extremadura amarga

Extremadura mañana

Esplendor de jara.


Regazo de Ceres

surco del pasado.

Pueblos amantes

de Tajo y Guadiana

susurros del mar

hilo de Ariadna.


Vigilias de cigüeñas

novenas y sequía.

Torres como brazos

de labriegos y santos

con vino en el pecho

y dios en sus manos.


Azul y duelo

el silencio no fue derrota.

Raza nómada

grial solar

dioses de la naturaleza

conquistadores mágicos.


Extremadura amarga

Extremadura mañana

Esplendor de jara.


Mujer de noche y fuego

cintura de piedra

vientre de verso.

Mujer que salvas

-génesis de la luna-

sedientas almas.


jueves, 5 de febrero de 2009

El sueño del hombre despierto

La luz se había apagado en la ventana que daba al oscuro callejón donde se acumulaban las basuras de varios días. Las voces a lo lejos caían como agujas sobre mi nuca y la ciudad buscaba una huida en cada línea de autobús que iba a la carretera del norte. Los días de invierno en esta ciudad son como porteros de discoteca que no permiten la entrada al Sol. Días oscuros, fríos y amenazadores.


Mientras mi mano rebuscaba en los bolsillos las llaves del coche, unos brazos se entrelazaron en mi cintura formando una cadena de pequeños dedos en tensión que me oprimían el ombligo: “Escóndeme”, pidió entre susurros una voz de mujer.


La reconocí al instante, volvíamos a encontrarnos, sabía por los periódicos que estaba en busca y captura, en los mentideros del centro se comentaba que jamás volvería, que deberíamos resignarnos a no encontrarla porque oscuros hombres vestidos de gris querían liquidarla. Había sido declarada enemigo público, corruptora de menores y, por supuesto, una peligrosa terrorista dispuesta a atentar contra el asustado contribuyente.


Temblando nos metimos en el coche, nos ovillamos en los asientos y pude verla entre la tenue luz de una amarillenta farola. Estaba tal y como la recordaba, el flequillo le caía sobre sus ojos verdes y su boca tenía la forma de sonrisa de gato de Cheshire.


- ¿Qué haces aquí? – le pregunté.


- Te traigo un mensaje – pronunció muy bajito mientras ladeaba la cabeza dulcemente- el mensaje de la Resistencia que hay que difundir entre quienes apoyen nuestra revolución. Escucha atentamente: Debes saber que esos sicarios que nos quieren hacer creer que la historia ha terminado, que ya no hay nada por lo que luchar, que quieren convencernos que siempre habrá ricos y pobres, esos mismos que ven a los ciudadanos como peligros y no como oportunidades tienen la guerra perdida.


- ¿Pero? ¿Qué guerra?- pregunté sorprendido.


- ¿Cómo que qué guerra? No te enteras de nada… la guerra por la Esperanza.


Y se bajó del coche dejando su aroma a lilas suspendido sobre el reposacabezas. Y vi a la Esperanza alejarse entre las sombras, susurrando a los viandantes canciones al oído y pintando con spray rojo en las paredes que “podrán cortar todas las flores pero nunca, nunca terminarán con la primavera”.


Alejandro Filio - Brazos de sol